miércoles, 14 de septiembre de 2011

Bucea



 Supongo que todo ésto me pasa porque no me resigno. Dicen que esa capacidad por seguir intentando las cosas es buena, pura cabezonería lo llamaría yo. Creo que a mi me está destrozando, y que no me permite avanzar. 
Desde que empezó Septiembre llevo catorce días levantándome y diciendo, de hoy no pasa. De hoy no pasa romperte, de hoy no pasa olvidarte. A lo largo del día ese propósito se va haciendo mas y mas lejano. Cuando anochece no queda ni un poquito de esa idea, y me apeteces como nunca. Las noches siempre son lo mas duro. Me acostumbré a que tú fueses mis noches enteras. Y ahora no puedo dormir. 
Cuando me despierto estás muy lejos. Me ducho. Me tomo mi café. Me voy a clase. Empiezo a sentirte un poco en el camino. Al fin y al cabo lo hacíamos juntos muchos días. Me paseo por el pasillo y me duele un poquito mas. Pero me distraigo, y se me olvida con facilidad. Cuando llego a  casa a comer tengo la cabeza tan saturada y cansada que evado el simple hecho de que existes. 
Acto seguido estudio. No dejo que nada se cuele en mi cabeza. Ni siquiera tú. Nunca tú.
Las horas van pasando. Otro café. Entra el aire por la ventana. Salgo a correr. La tormenta de pensamientos empieza. No solo llueve. Diluvia. Incluso a treinta y cinco grados hay truenos y rayos, y no para de llover. 
Cuando estoy empapada paro. Llego a casa. Me ducho. Pero sigue lloviendo. Ya casi no hay luz. Sigue siendo verano pero hace un poco de frío. La cena es totalmente lejana a mi conocimiento. No me doy cuenta. Miro la tele. Llega el peor momento. La cama. Enorme. Abismal. Blanca. No existes. A veces me da la sensación de que la cama me mira y se rie de mi. Los cojines se vuelven incómodos y nunca encuentro la temperatura perfecta que me ayude a dormir. Bajo y subo la persiana. Me fumo un cigarro. Escucho a gente que camina por la calle. Y de repente no eres tú. Es otro. Es cualquier otro. Y entonces ya ni pienso en ti, ni pienso en otros. Por respeto, o por asco. 
Me alivia que a pesar de todo ésto tengo algunos momentos lúcidos. Y bromeo. Y existes de una forma buena. Me alivia que vuelvo a ser yo y que contra eso no tienes nada que hacer, pase lo que pase, hagas lo que hagas, no hay nada que me pueda quitar eso. 
He encontrado algo de paz en mi misma, algo de equilibrio mediante la rutina y la gente que me rodea, y eso no lo puedes romper a estas alturas. 
No te voy a gritar. No voy a volverme loca otra vez. Me abrumas de una forma pasiva que puedo sobrellevar sin necesidad de ningún llanto o queja. Hay segundos en los que un calambre me recorre la columna vertebral y estoy a punto de echarlo todo a perder, again. Pero se pasa. Pasas. Algún día pasarás. Me da la sensación de que eso no te gusta, o tal vez no lo hagas a posta. Es parte de ti. Igual que yo. Aguántate. Jódete. Porque da exactamente igual cuanto te alejes, cuanto nos engañemos, y da igual todo lo que no volverá a unirnos. Siempre voy a ser parte de ti. 
Eso debería reconfortarme de alguna forma, pero me produce escalofríos. Al fin y al cabo, a mí me pasará lo mismo. 






















Hola, vida.











1 comentario: